Claves para controlar el estrés al inicio de curso

Metrodora FP

Descubre técnicas sencillas de autocuidado y manejo del estrés al comenzar el curso en FP sanitaria. Aprende a organizarte, mantener la motivación y afrontar las primeras semanas con éxito.

Consejos para reducir el estrés al comenzar el curso

El inicio de curso suele ser un momento emocionante, pero también desafiante. Nuevos horarios, profesores que no conoces, asignaturas distintas y, en el caso de la FP sanitaria, el reto de enfrentarte a prácticas en entornos muy cercanos al mundo laboral. Todo esto puede generar nervios, incertidumbre e incluso un nivel de estrés que, si no se gestiona, acaba pasando factura. 

Pero la buena noticia es que el estrés no siempre es negativo. En pequeñas dosis puede ayudarte a estar alerta y motivado. Lo que sí conviene es aprender a manejarlo para que no se convierta en un obstáculo. Según la Asociación Española de Estrés y Ansiedad, más del 40 % de los estudiantes afirma sentirse estresado en los primeros meses del curso. No es algo extraño, y precisamente por eso es importante contar con técnicas sencillas y realistas de autocuidado. 

En este artículo vamos a repasar cómo reconocer el estrés, qué hábitos pueden ayudarte a reducirlo y qué herramientas prácticas puedes aplicar en tu día a día para que tu inicio de curso sea más llevadero. 

Reconocer el estrés: el primer paso para poder manejarlo

Antes de intentar controlar el estrés, conviene identificarlo. Muchas veces lo normalizamos tanto que ni siquiera lo percibimos como un problema, y eso impide gestionarlo. El estrés puede manifestarse de varias formas: 

  • Síntomas físicos: dolores de cabeza, tensión en el cuello o los hombros, problemas digestivos o sensación de cansancio constante. 
  • Síntomas emocionales: pensamientos acelerados, sensación de estar desbordado, falta de motivación o irritabilidad. 
  • Síntomas conductuales: procrastinar más de lo habitual, comer de forma compulsiva o tener problemas para dormir. 

Darte cuenta de estas señales ya es un primer paso. Saber que lo que sientes tiene un nombre y que es común entre estudiantes te ayuda a no culpabilizarte y a actuar. 

Además, es útil entender que existen dos tipos de estrés: el positivo (que te activa y te impulsa a rendir mejor) y el negativo (el que bloquea y desgasta). Aprender a diferenciar uno del otro te permitirá reaccionar antes de que el segundo tome el control. 

 

Hábitos que marcan la diferencia: descanso, organización y autocuidado

La forma en la que vives tu día a día es determinante para mantener el estrés bajo control. Los hábitos no eliminan por completo la presión, pero sí pueden reducir su intensidad y hacerte más resistente a ella. 

Dormir lo suficiente y bien

La falta de sueño es uno de los grandes enemigos del rendimiento académico. La Clínica Mayo recuerda que dormir entre 7 y 9 horas no solo mejora la concentración, también regula el estado de ánimo y fortalece la memoria. Intenta acostarte a la misma hora, evita las pantallas antes de dormir y no abuses de la cafeína. 

Planificación y organización

El desorden es una de las principales fuentes de ansiedad en el inicio del curso. Una agenda, un calendario digital o incluso un tablero físico pueden ayudarte a tener claro qué tienes que hacer y cuándo. Divide las tareas grandes en pasos pequeños y celebra cada avance. Esto genera sensación de control y reduce el agobio. 

Alimentación y movimiento

Tu cuerpo es tu herramienta de estudio. Comer de forma equilibrada y mantenerte activo son dos piezas clave para sostener la energía durante el día. No hace falta que seas deportista: caminar, estirarte o practicar algo de yoga son formas simples de liberar tensión y recargar pilas. 

Espacios para el autocuidado

No todo es estudiar. Reservar al menos unos minutos al día para hacer algo que disfrutes (leer, escuchar música, escribir, pasear) es un salvavidas emocional. El autocuidado no es un lujo, es una inversión en tu bienestar. 

Técnicas prácticas para calmar los nervios en momentos clave

Además de los hábitos de fondo, existen recursos sencillos que puedes usar en momentos puntuales cuando el estrés sube demasiado. Son técnicas discretas que puedes aplicar incluso en clase o en el transporte público. 

Respiración consciente

Un clásico que nunca falla. Una de las más sencillas es la técnica 4-4-4: inhala profundamente durante cuatro segundos, mantén el aire cuatro segundos y suéltalo en otros cuatro. Repite varias veces. Con este ejercicio ayudas a tu cuerpo a regularse y a tu mente a enfocarse. 

Relajación muscular progresiva

Consiste en tensar y relajar distintos grupos musculares, empezando por los pies y subiendo poco a poco. Es muy útil cuando notas rigidez en el cuerpo después de horas de clase o estudio. 

Cambiar el enfoque mental

A veces el estrés nace de los propios pensamientos: “no voy a poder”, “me va a salir mal”. Una técnica efectiva es cambiar esas frases por otras más realistas y amables contigo mismo: “voy a dar lo mejor de mí”, “tengo recursos para afrontarlo”. Puede sonar simple, pero reeducar tu diálogo interno influye mucho en cómo te sientes. 

Apoyo social

Hablar con alguien de confianza reduce la sensación de aislamiento. Puede ser un compañero de clase, un profesor accesible o un familiar. Contar lo que te pasa no solo libera tensión, también te permite recibir otra perspectiva. Recuerda: no estás solo en esto. 

Preparar la mente para crecer: convierte el estrés en impulso

El estrés también puede transformarse en una oportunidad de crecimiento. Muchas veces, esa sensación de presión significa que te importa lo que estás haciendo y quieres hacerlo bien. Cambiar la forma en que interpretas el estrés puede ser liberador. 

La American Psychological Association explica que adoptar una mentalidad de reto (en lugar de amenaza) ayuda a que el cuerpo y la mente reaccionen mejor a las exigencias. En la práctica, esto significa ver cada examen, práctica o nuevo módulo como una oportunidad de aprender y mejorar, más que como un obstáculo. 

Visualizar el éxito, marcar objetivos alcanzables y celebrar los pequeños logros son formas de transformar la tensión en motivación. 

El inicio del curso también es el inicio de tu bienestar

Comenzar un nuevo curso de FP sanitaria puede ser intenso, pero también es una gran oportunidad de crecimiento personal y profesional. Reconocer el estrés, cuidarte con hábitos saludables y aplicar técnicas concretas para manejar los nervios son pasos que te permitirán disfrutar más de esta etapa. 

En metrodora FP sabemos que estudiar va mucho más allá de memorizar. Es aprender a enfrentarse a la realidad del sector sanitario con seguridad, confianza y bienestar. Por eso, además de formarte en instalaciones modernas y con docentes expertos, creemos en la importancia de que el estudiante se cuide y gestione sus emociones desde el primer día. 

Si estás preparado para dar el siguiente paso en tu formación sanitaria, infórmate sobre nuestros ciclos de FP y empieza el curso con la tranquilidad de estar en el camino correcto. 

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